He venido a Georgia porque adoro ver
películas sin tener ni idea de su argumento y hablar con gente de la
que no sé nada de oídas.
Hice en casa una lista de posibles
destinos de viaje. Ya sabes: Noruega, Laos, Sri Lanka. Eslovenia,
Nueva Zelanda, Belice... Y me di cuenta de que ya tenía una imagen
mental de todos esos lugares, y que viajar a ellos no iba a suponer
mucho más que ratificarme. Dejémonos de romanticismo:
equiparar viaje y descubrimiento es una cosa de otra era. Uno no
viaja realmente para que le pongan patas arriba para siempre su
artrítico esquema del mundo. Si fuera así nos compraríamos todos
un billete de ida a Aleppo. Y en realidad llegamos a Cabo Verde o a
Tanzania en busca de una versión light de lo exótico que
rete pero no avasalle lo aprendido. ¿Te imaginas la decepción de
pisar Cuba y conocer sólo con gente sosa?
Por eso te escribo desde Tiflis. Si me
hubieran preguntado media hora antes de reservar el vuelo cuál es la
capital de Georgia, hubiera respondido mmm, ¿Ereván? A mí
las ciudades de esta parte del mundo me suenan todas a medicamentos.
Tampoco hubiera ubicado exactamente el país en el mapa. Georgia, por
ahí cerca de Irán y Rusia. ¿No? Pues no. El saldo de
acierto de esa respuesta no pasa de un mediocre 50%. Búscalo en
internet y sal de dudas. Definitivamente, no sabía nada de Georgia.
Territorio virgen. On my mind, sólo la de Ray Charles. Pero
ojo, no se te ocurra venir a este país y llamarlo Yoo'ya. Si te preocupa parecer un plebeyo.
Si no tenía mucha idea de su
capital ni de la localización gruesa, imáginate del resto. Tiflis,
colega: ahora me suena a nombre de rey élfico. He aquí las
dimensiones de mi ignorancia: tiniebla absoluta acerca de la pinta de
la gente. Musicalidad del idioma. Paisaje imperante. Comida. Nivel de
desarrollo, signifique eso lo que signifique. Influencias. Traumas y
orgullos de la historia. Lugares que sólo un imbécil pagado de sí
mismo se perdería. Burdas pinceladas psicológicas.
¿Te digo la verdad? Esta geografía y yo
aún no hemos consumado las nupcias. Llegué ayer a este hotel a
última hora de la tarde, y hoy he preferido escribirte antes de salir para que no me des por desaparecida. Tengo wifi en mi
habitación: nivel de desarrollo aceptable. Podría haberte avisado
antes de despegar, pero prefería que no me abrieras camino con tu cultura. Recuerda: ni una palabra acerca de qué va la peli, ni una
sola de tus opiniones sobre la catadura de Fulanito. Me habrías dicho:
Caúcaso. Y yo ya llevaría en mí una expectativa medio
erótica de montaña abrupta. Habrías dicho Cólquida: automáticamente me habría acordado de Medea y del vellocino de oro, y me decepcionaría
no encontrarme mujeres con negros ojos de bruja. Habrías dicho algo
sobre cierto pan plano relleno de queso, y ya andaría yo salivando
antes de salir del avión, dispuesta a apostar que nunca he probado
nada más genuino.
Así que Georgia sigue siendo virgen. Y
yo que tengo todavía toda mi ignorancia encima, me siento inmaculada y pura. Esta nueva inocencia me excita, pero, qué quieres
que te diga, todavía lo hace más desenvolver regalos, rasgar tinieblas, manchar lo
blanco: aprender verdaderamente sin el lastre de
las ideas preconcebidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario