Y yo, que no dejo de hacer como que hablo
y hablo; que confío de manera atolondrada en que mi visión, miope,
sesgada, coloreada de una alegría o una emotividad bastante poco
imparciales, ilumine recodos y zonas en sombra de tu vida.
Yo, que cada mañana me levanto cn el
ánimo de quien baja al huerto a hacer la cosecha. Que voy por las
calles con mi hucha para las colectas. Que luego me escondo en mi
casa y lo escribo.
Yo, que voy a lo mío; que parece que sé
expresar lo que siento porque en solitario soy moderadamente capaz de
ordenar las palabras.
Yo en realidad quisiera que te sentaras a
mi lado y me lo contaras. Eso que sólo tú sabes. Lo que dentro de
ti es mercurio, miel espesa y picante. Lo que te empantana o te arde.
Si estuviéramos por ejemplo comiendo
pipas en un parque, y tú me dijeras que quizás en octubre te
apuntes a un gimnasio, y yo que en parvulitos me salté la lección
de abrir cáscaras, y que probablemente tenga el intestino alicatado
de porquería indigerible. Si nos quedáramos callados un instante
mirando las hojas de los árboles, y luego siguiéramos enumerando
planes de bricolaje casero o salidas al campo. Si llegara el momento
en que los fantasmas de lo no dicho se hicieran demasiado
indiscretos, entonces pasaría. No haría falta siquiera ser
entrometida. No tendría que atracarte una confesión a mano armada.
Simplemente me lo contarías.
Aunque no supieras que estaba ahí
royéndote las entrañas. Aunque te pareciera una chorrada. Aunque
sonara muy bestia. Serían tu cosa ambigua, tu memez, tu burrada. Un
trozo vida bruta. A partir de ahí tal vez pudiéramos entre los dos
hacer camino.
Y yo a cambio te lo diría. Lo que me
ahoga y me quema. Lo que a veces me inflama. Toda esa dulzura, toda
la codicia inexpresada. Porque tras la armadura de lo que escribo,
balbucea un meollo. Algo que sólo merece ser dicho cara a cara, bajo
una alfombra de cáscaras.
Eso se llama amistad, creo.
ResponderEliminarBesín.
Y para mí es mucho más valioso que todo este rollo de escribir.
EliminarQué sanadora es la expresión, copón. La única forma de liberar tensión en el meollo es darle una vía de escape y, como bien dices, la escritura, una vez experimentada, ayuda a ordenarse por dentro.
ResponderEliminarNo te preocupes por las pipas, se compran peladas y punto.
Besos!
Pero es que a mí a veces no me basta, y necesito de un tipo de expresión menos media por la distancia de yo-escribiendo, tu-leyendo.
Eliminar¡Pipas peladas! El horror y el descontrol. De todos modos, a mí las pipas, ni fu ni fa. Pero si me pones cerezas...