domingo, 8 de marzo de 2015

Ponme lo que quieras

 
Es uno de mis planes favoritos: recojo los pies como un borreguillo, abrazo un cojín y me rindo. Has cerrado los postigos y viene una noche postiza, sea cual sea la hora. Todas las tareas pendientes, todos los escrúpulos que fui adquiriendo y que trato de desterrar quedan fuera. Olvido que apenas si tengo tiempo para ser el personaje que me interesa. Me olvido de mi apego al movimiento. De que tengo que dejar algo hecho que demuestre y avale mi competencia. Prescindo de mí misma como sujeto. Me entrego a lo que venga.

Siempre te pido que no digas nada de la película que has escogido. Eso es lo que más me gusta: ser un folio completamente blanco en el que alguien va a dibujar imágenes y palabras. No lo soy, por supuesto. Tengo una experiencia previa que emborrona de sensaciones la virginidad de las imágenes que comienzan a sucederse. Pero al principio, cuando la pantalla no ha arrancado del momento cero, yo no sé nada y todo está abierto. Nada es el requisito para que ocurra cualquier cosa. Con el correr de los fotogramas, la banda de opciones se estrecha y el árbol infinito de historias se poda. Igual que cuando nace una persona.

Me gusta suspender las referencias previas.

Me gusta también la pasividad de no participar en la elección en absoluto. Dejar de tomar decisiones al menos una vez cada quince días. Participar desde fuera en el desarrollo de algo que no tiene que ver en principio conmigo misma, con mis propósitos o mis preferencias; con un esquema de vida que intento que sea lo más ancho y laxo posible, pero que no deja de ser una estructura fija.

Me gusta esa confianza radical en tu criterio. Casi siempre aciertas, y cuando no lo haces, la cara de huérfano que se te pone al pensar que me has defraudado también vale la pena. Me he abrazado mil veces al cojín sin que en la otra esquina del sofá alguien hiciera de contrapeso. Saber que a los dos nos emociona al unísono la figura de Henry Fonda a lo lejos, el roce de dedos de los protagonistas de aquella historia de amor no satisfecho, un pasaje muy concreto de cierta banda sonora, aniquila el aislamiento de ser persona. Mi confianza es la suma de todos esos vuelcos del corazón simultáneos. Uno de mis tesoros secretos.


Y sobre lo que escogiste la última vez... Si alguien confía en mí, tal vez cualquier día hable de ello.

6 comentarios:

  1. A mi también. Me refiero al plan que da título al post.

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  2. Ou yeah!! Qué bonitez!!
    Recalco, subrayo, pongo en mayúscula y cursiva esta cosa: "Nada es el requisito para que ocurra cualquier cosa". La tengo muy presente.
    Muas

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    1. No era mi intención, pero cuando releí esa frase al repasar el texto completo, escuché tu voz. Ve-rí-di-co.

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  3. Anónimo entre comillas11 marzo, 2015 23:12

    Por aquí confiamos en ti, claro. He echado un vistazo a lo que hay detrás de las letras de color "Podemos" y quiero verlo ya.
    Muchas veces me pregunto cómo lo hacen estos buscadores de tesoros...

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  4. Gracias por confiar en mí. Me encanta exponerme a las radiaciones pecomagnéticas que irradias desde tu esquinita del sofa. Sólo por eso merece la pena ver una peli contigo......y sabes que es verdad. Me erizas el vello

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