Las noticias corren como cometas por el
cielo, inflamándose y disipándose al mismo tiempo casi. Los
telediarios juegan a ver quién la dice más grande, más vistosa,
más corrupta, más dramática. Tu atención no es la herramienta
mejor diseñada de todos los sentidos animales; tu capacidad de
enfoque hace aguas. Intenta llevar con
una cucharilla a tu casa la que sale de una fuente.
Algo nuevo sorprende la piel de tu mente.
Una gota te salpica y, antes de que te des cuenta, resbala hacia la
amnesia. Tienes que darte prisa. Cazar mariposas, pescar con las
manos, embalsamar las primicias. Pon en adobo la realidad cruda para
que aguante. A ver si así te da tiempo a digerirla. Anota en mil
papelitos lo que despierte tu interés, antes de que esa bengala loca
se apague. Intenta descifrarte después.
Aquí tienes una de esas reglas
mnemotécnicas que luego nunca recuerdas, una de las malas pistas:
Un hijo de tres padres
¿A qué se refería esto? ¿Qué querías
decirte a ti misma? Cinco palabras para condensar una impresión
demasiado rápida. A veces uno tiene que hacer arqueología con su
propia vida.
Ah, sí. Ya lo tengo. Era esta noticia.
Se desarrolla la técnica para evitar la transmisión de enfermedades
mitocondriales de madres a hijos, vaciando un óvulo donante, sano,
de su meollo genético y rellenándolo con el núcleo del óvulo
problemático. Leed el artículo porque es fascinante. Voilá.
Bricolaje genético. Matemática de la existencia :
Núcleo de óvulo 1 + (óvulo 2 - núcleo)
+ espermatozoide que ni pincha ni corta = embrión.
Madre 1 + Madre 2 +Padre = Hijo sano.
Una madre nuclear que aporta la mitad de un manual de instrucciones. Una madre mitocondrial
que dona la batería al proyecto. Quién no se pone a elucubrar.
Quién no piensa en la escala
milagrosamente ridícula en la que sucedieron los primeros pasos de
su vida. Dos cuerpos usados de manera flagrante por un puñado de
cromosomas con el único propósito de replicarse. Dos células, y
dentro de una de ellas, las mitocondrias que alimentarán el nuevo
sistema. La primera central térmica de una biografía. Un pebetero
cuya llama encenderá los trillones de células que, puestas una
detrás de otra, responderán un día a tu nombre.
De esta cagarruta parte tu fuerza. Y de aquí la foto. |
Quién no piensa en esa energía
encerrada en algo tan pequeño, capaz de evolucionar hacia algo tan
arbitrario, tan fugaz y definitivo. Tan inmenso como la maraña de
relaciones físicas, sociales y digitales que pueden llegar a
desarrollarse a partir de un huevo.
Quién no imagina haber sido inoculado
con la energía de una madre distinta a la que le condenó a uno a los ojos
azules, el ictus temprano, la incapacidad para ser persona antes de
la una de la tarde, o la tendencia a la melancolía. Mitocondrias no
ya sanas, sino específicas para el tipo de opciones que tu código
genético te permitirá desplegar. Un tipo de energía que no sabotee
tu vocación natural. ¿Te imaginas? Que la ciencia llegue a corregir
esas pequeñas asimetrías: si se te activa un gen jardinero, que no
te toque una frenética mitocondria de corredor de bolsa. Si un
escalador de ochomiles te habita, ojalá la ingeniería genética
pueda librarte de esa fabriquilla celular indolente y remolona.
Quién no sueña con que en su propia
máquina orden y fuerza vayan a una. La inclinación y la potencia
adecuada para cumplirla.
Fascinante...
ResponderEliminarEn teoría sí, todos soñamos con eso. Aunque a veces la medicina del futuro da un poco de grima: ¿quien nos garantiza que no salimos del médico convertidos en unos saludables, robustos, rollizos e indestructibles... nazis, por ejemplo? Porque claro, se empieza por la salud física y se sigue por la salud mental, y ya me gustaría a mí saber quíen decide los parámetros en ese tipo de salud....
ResponderEliminarA mi mas que grima me da un poco de "cangele". Stigmata ya deja claro que pasa con este tipo de cosas. Tú vales que estás geneticamente bien hecho y tú no que a saber como vas a salir.
ResponderEliminarNo, no me gusta nada este plantemiento.
¿Cómo resolverán los doctores de la iglesia estas ecuaciones?
ResponderEliminarHay una peli de ciencia ficción que se titula Gataca, es una de mis favoritas de ese género y la recomiendo si no la habéis visto. Banda sonora espectacular de un Michael Nyman tan bueno como en sus primeros tiempos...
ResponderEliminarYo creo, como en la película, que a pesar de nuestros antecedentes (genéticos, sociales, policiales,...), podemos ser libres. Cuestión de proponerselo con verdadero ahínco.
Hay una peli de ciencia ficción que se titula Gataca, es una de mis favoritas de ese género y la recomiendo si no la habéis visto. Banda sonora espectacular de un Michael Nyman tan bueno como en sus primeros tiempos...
ResponderEliminarYo creo, como en la película, que a pesar de nuestros antecedentes (genéticos, sociales, policiales,...), podemos ser libres. Cuestión de proponerselo con verdadero ahínco.
Gattaca con dos "t"
EliminarGattaca con dos "t"
EliminarPero si estábamos sólo imaginando, no apostando por lo más radical de una ingeniería genética. Elucubrando si sería posible erradicar a nivel profundo la asimetría entre fuerza y ganas. ¿Deseable? Si nunca hubiera tensión entre lo que uno quiere y lo que puede, no habría aventura.
ResponderEliminar¡Todavía no he visto Gattaca!
¡Eso, Gattaca!
Eliminar(Stigmata... ¡madre mía!)